Cuando se hace referencia a la revisión del coche casi nunca se menciona el filtro de partículas. Sin embargo, aunque no es una pieza fundamental para el funcionamiento del vehículo, reduce al menos en un 99% los gases contaminantes que se emiten durante el proceso de combustión.
Sin embargo, se estima que en la actualidad solo el 65% de los coches que circulan tienen instalado un filtro de partículas. Si tu coche se fabricó antes del 2006, es probable que no tenga este dispositivo ya que no fue hasta que se implementó la Norma Euro 5 de 2007, en la que se establecen los requisitos técnicos para la homologación de los vehículos de motor en lo que se refiere a las emisiones, que los fabricantes comenzaron a incluir el filtro de partículas en los coches.
El filtro de partículas se encarga de reducir las emisiones de gases contaminantes
El filtro de partículas, también conocido como FAP o DPF, por sus siglas en inglés, es un dispositivo de paredes rugosas que se encuentra en el tubo de escape y se encarga de retener las partículas sólidas del combustible de diésel.
En práctica, durante el proceso de combustión se deberían romper todas las cadenas de los átomos de carbono que se enlazan con el oxígeno. Sin embargo, no siempre ocurre así y las cadenas parciales restantes se convierten en las partículas sólidas que se desechan, lo que llamamos hollín.
El filtro acumula dichas partículas y se encarga de activar la ‘regeneración’, un proceso controlado por un complejo sistema electrónico en el que se incinera el hollín que se encuentra en el dispositivo. Obviamente, cuando el filtro de partículas no funciona bien, el proceso de eliminación de esos gases contaminantes es incompleto y en ocasiones incluso puede afectar el rendimiento del motor.
¿Cuándo es necesario cambiar el filtro?
El proceso de regeneración del filtro de partículas se activa de manera automática. Sin embargo, es necesario que el motor del coche trabaje por encima de las 2.000 o 2.500 rpm durante 15 o 20 minutos ya que solo así aumenta la temperatura del sistema y se pone en marcha la incineración de partículas. Durante este ciclo el consumo de combustible aumenta entre un 10 y un 15% y el motor emite un sonido más grave del habitual.
No obstante, los problemas aparecen cuando no se circula a ese régimen durante el tiempo necesario, ya sea porque utilizas el coche para realizar trayectos muy cortos en los que el motor apenas se calienta o porque detienes y arrancas con demasiada frecuencia el motor. En esos casos el filtro de partículas no logra hacer su trabajo. Si todo va bien, solo necesitarás limpiar el filtro en el taller de forma manual, pero si el filtro está muy saturado es probable que tengas que cambiarlo.
Sin embargo, independientemente de este inconveniente, los fabricantes recomiendan sustituir el filtro de partículas en los coches diésel cada dos años o 40.000 kilómetros, de la misma forma que se debe cambiar el catalizador en los modelos de gasolina cada dos años o 60.000 kilómetros.
¿Cómo extender la vida útil del filtro de partículas?
1. Realiza recorridos largos por carretera ocasionalmente. Planifica un viaje por carretera de al menos media hora aproximadamente cada 1.000 kilómetros recorridos. Asegúrate de llevar el motor hasta unas 2.500 rpm para activar el proceso de regeneración automática. Si no tienes mucho tiempo, puedes circular a 3.000 rpm durante unos 15 minutos.
2. No interrumpas el proceso de regeneración. Si escuchas que el motor emite un sonido más grave y notas que el consumo de combustible ha aumentado ligeramente, es probable que el proceso de regeneración esté en marcha. Por tanto, mantén el coche en movimiento al menos durante los 15 minutos siguientes.
3. Opta por una reprogramación electrónica. Algunas marcas de coches permiten reprogramar electrónicamente la centralita del motor para que el proceso de regeneración del filtro se adapte a tu forma de conducir. No se trata de una solución definitiva pero te permitirá optimizar el funcionamiento del filtro de partículas.